Si las empresas interiorizan las cuestiones medioambientales como un factor de competitividad, la economía circular se consolidará
Dentro de este sistema, el éxito de las empresas ha pasado muchas veces por la eficiencia de costes. Las empresas que consiguen ahorrar en recursos pueden llevar los productos al mercado a precios más bajos, desplazando a aquellas que necesitas producir a costes más elevados. Hoy, sin embargo, hay otra vía para alcanzar el éxito: la de las empresas que ponen en el mercado productos más caros que aportan a los consumidores unos atributos o unos valores diferenciales. En estos casos, los consumidores no pagamos por unas prestaciones, sino que lo hacemos porque esa marca nos representa, por los valores que aporta o, incluso, porque forma parte de nuestra imagen.
Como investigador social, mi trabajo nos permite captar las opiniones, las creencias, las actitudes y también como estas terminan transformándose en comportamientos. También, como la reflexión consciente de los individuos acaba por validar y argumentar cualquiera de sus comportamientos previos. A lo largo de los últimos años, he llevado a cabo muchos estudios vinculados con el medio ambiente y la sostenibilidad en muchas ramas diferentes: sobre residuos, sobre agua, sobre energía, relacionados con productos ecológicos …
Los humanos, en general, tenemos una visión muy egocentrista, tanto en el tiempo como en el espacio. Nos es difícil pensar en el mundo cuando nosotros no estábamos. Y aún nos es más difícil ponernos en un escenario de 2050 y el mundo que se encontrarán nuestros hijos. El cambio climático, la contaminación, las islas de plásticos en medio de los océanos, la mortandad que sufren algunas especies, … son problemas concretos, tangibles, que ya están sobre la mesa, pero que, sin embargo, nos quedan lejos. En nuestros supermercados hay de todo, en casa ponemos el aire acondicionado cuando hace calor y nos es muy fácil acceder al agua corriente o dejar la basura en el contenedor, que ya habrá alguien que se encargue de ello. Para muchos de nosotros, el medio ambiente se limita a la playa o el bosque que tenemos cerca. No contemplamos ni el conjunto del planeta ni un escenario a 10 años vista.
Cuando se pregunta a la gente si le preocupa el medio ambiente, muchos dicen que sí, también les preocupa cada vez más el cambio climático, pero este incremento en sus preocupaciones no se traslada en unos comportamientos sostenibles. Mientras el ecologismo sea sólo de gente que en sus acciones piensa que al elegir una marca o utilizar un servicio su decisión también tiene en cuenta que está haciendo algo bueno por el planeta, seguirán siendo pocos y desgraciadamente poco avanzaremos.
En un comportamiento como la separación de la basura en casa uno se encuentra muchas excusas: tenemos la cocina pequeña, hacemos poca basura, separo lo que es grande, tenemos los contenedores demasiado lejos, todo lo mezclan, ya pago muchos impuestos … Las excusas también aparecen en cualquiera de los comportamientos sostenibles que podríamos llevar a cabo: el ahorro de agua, la reducción de los envases que consumimos, tener un coche que genere menos contaminación … ¿Además, sabéis qué piensa mucha gente? Que estos que hacen todo esto son unos hippies. El ecologismo, hoy, todavía es de hippies. Y necesitamos más modelos para implantar esta cultura ecologista: empresarios ecologistas, jugadores del Barça ecologistas, líderes sociales ecologistas …
Algunas personas han hecho el esfuerzo económico de comprar un coche eléctrico; otros hacen el esfuerzo de dejar de comprar tetra-bricks y pasar a comprar botes de cristal que contaminan un poco menos; o incluso comprar en comercios donde los productos son a granel. Unos ponen los envases en el contenedor amarillo, algunos incluso hacen la separación de la materia orgánica y los hay que hacen su propio compost.
¿Y la política? Ahora, en el momento de votar, prima la bandera. El medio ambiente no es un driver político, al menos en este país. En este campo, hemos retrocedido. Y es grave, porque nuestros hábitos son importantes, sí, pero buena parte del éxito del giro hacia un comportamiento social más responsable en términos medioambientales dependen de la política: de las campañas de las instituciones, pero también de los marcos regulatorios y también sancionadores.
Un retorno a la agenda política de las cuestiones medioambientales que también haría que las empresas, las grandes empresas, las multinacionales, prestaran mucha más atención a este tema. Y otro elemento de presión: si los consumidores compraran sólo productos y servicios respetuosos con el medio ambiente, las empresas claramente los cambiarían. Pero esto no pasa, ni aquí ni en la mayoría de otros países del mundo.
Cada día más se habla de economía circular. ¿Es esta la solución? La economía circular no habla de hacer las cosas para tener una mejor imagen pública, ni para tener entre los objetivos empresariales la protección del medio ambiente por delante de los rendimientos económicos. La economía circular busca el ahorro en los procesos productivos, en la compra de productos, en la reutilización, en el ahorro de recursos, etc. Busca ventajas competitivas. La filosofía de la economía circular entra perfectamente en el paradigma del capitalismo. Este es el reto para asentar definitivamente la conciencia medioambiental: que sea un elemento de competitividad para las empresas.
Hildebrant Salvat
Market Researcher.
Gabinet Ceres. Reus.
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